Podríamos decir que realmente no deberíamos de necesitar aprender a amar a nadie, ni siquiera a nuestros hijos e hijas. Parece que es algo obvio que cualquier madre o padre ame con locura y naturalidad a sus hijos por el simple hecho de haberlos engendrado, gestado y parido.
La realidad es que sencillamente podemos sentir que los amamos con locura o que ocurra todo lo contrario, no sentir ese amor, ese deseo de contención y protección, ni ese disfrute hacia ellos ni con ellos. Pero, ¿esto por qué?
La biología humana está diseñada para que madre e hijo se enamoren nada más verse por primera vez. Este enamoramiento es crucial para sobrellevar con amor todas y cada una de las situaciones bastante adversas que van a tener que atravesar tanto la madre como el niño a lo largo de la crianza. Pero no siempre se dan las condiciones mínimas para que este enamoramiento se dé y el impacto negativo de estas condiciones vividas, se ve reflejado en las dificultades en que se de ese primer y tan profundo enamoramiento y en el establecimiento de un vínculo seguro entre ambos.
Pueden suceder muchísimos sucesos inesperados que hagan que no se den estas condiciones mínimas para que madre y bebé se fusionen en ese amor tan profundo. Como por ejemplo:
Tenemos que tener presente que tanto la madre como el bebé se encuentran durante el parto y nacimiento en un estado de total vulnerabilidad. Y si bien, entendemos que estos sucesos pueden ser dolorosos en cualquier circunstancia vital, lo son todavía muchísimo más en esta situación de tal grado de vulnerabilidad que atraviesan ambos. Es por ello que todas estas condiciones adversas influyen directamente y en un grado muy elevado en la experiencia de parto que la madre haya sentido, así como su disponibilidad hacia el bebé y en la primera experiencia fuera del útero materno que para el bebé recién nacido supone su propio proceso de nacimiento.
Por otro lado, además de esta primera impronta, el bebé en desarrollo se desenvuelve a través de un círculo entre pedir y recibir que se repite una y otra vez y que no siempre satisface sus necesidades más vitales. Para que se de esta satisfacción de las necesidades del bebé, la madre tiene que comprender los códigos del amor de su criatura. Esto no siempre resulta fácil y estará influenciada por las condiciones de apoyo que tenga la madre, por su propia historia personal, que interviene de manera directa y otros condicionantes como son la cultura en la que se vive, el nivel socio-económico, etc.
Una vez expuesto y visto que no siempre se da la condición de sentir ese amor tan profundo por nuestros hijos de forma natural y espontánea, la pregunta es: ¿se puede hacer algo al respecto?
La respuesta es muy clara: SI
Podemos aprender a amarlos con locura como si no hubiese un mañana. Podemos aprender a demostrarles este amor para que lo sientan y se nutran de ello. Si te sientes identificada con lo que estoy contando aquí, decirte que puedes aprovechar esta circunstancia o cualquier otra que te haya tocado vivir y que te dificulta amar a tus hijos como te gustaría hacerlo, para aprender los diferentes lenguajes o CÓDIGOS DEL AMOR que te voy a contar en este artículo.
Se podría decir que aún con todas las dificultades que podemos experimentar en nuestras vidas, todas las mamás, cada una a nuestra manera, por encima de todo, amamos a nuestros hijos e hijas. Por lo tanto, existen muchas maneras de amar así como madres hay en el mundo, sin embargo, a nuestros hijos no siempre les llega ese amor que sentimos por ellos. Puede pasar que mi lenguaje de amor no coincida con el suyo y que aunque le ame mucho, él no se sienta tan amado.
Es por ello, que a continuación te expongo cuales son algunos de estos códigos del amor en la crianza:
Todos estos códigos del amor, son diferentes lenguajes a través de los cuales les podemos demostrar amor a nuestros hijos e hijas. No todos los códigos tienen la misma importancia durante todo el desarrollo madurativo de tu hijo. Habrá momentos en los que un código se convierta en su lenguaje principal, mientras que en otros momentos de su desarrollo, sea otro código el que lo haga. El tema es que a menudo somos nosotros los adultos, los que no sabemos hablar el lenguaje de nuestros hijos e hijas o de alguno de ellos.
Y ahora que sabes todo esto, ¿Qué puedes hacer al respecto?
Puedes empezar hoy mismo a practicar los diferentes códigos del amor en la crianza de tus hijos, para que así te asegures de que le llega el amor que sientes por ellos. Seguramente tienes ya facilidad en practicar alguno de los códigos en concreto, pero seguro que te falta destreza en algún otro. Te aseguro que si practicas cada día te convertirás en la persona proveedora de amor que necesitan tus hijos para sentirse verdaderamente amados por tí.
¿Cómo puedes empezar a practicar estos códigos? A continuación te lo cuento...
¿Qué te parece todo esto que te cuento? ¿Tiene sentido para ti?
Espero de corazón que todo esto de los códigos del amor te ayude a construir con tus hijos la relación que sueñas y que te ayude a llegar a ser la madre que deseas y tus hijos necesitan.
Te mando un fuerte abrazo,
Onintza Zubizarreta Aguirre
P.D. : Artículo inspirado en "Los 5 lenguajes del amor de los niños" de Gary Chapman y Ross Campbell